viernes, 14 de agosto de 2009

DEDICATORIA (APÓCRIFA A MI PESAR) ENCONTRADA EN UN EJEMPLAR DE CRÍMENES EJEMPLARES, DE MAX AUB

Querido,
regalarte este libro no es casual. Primero te lo recomendé yo, luego tú pensaste en regalármelo, aun cuando ya lo tenía. Existen pequeños milagros urdidos por el cosmos que me ayudan a seguir caminando, y este es una de ellos, especialmente valorable puesto que tiene relación con un tema tan apasionante como la muerte.

Todos tenemos miedo a la muerte, y sin embargo nos acercamos a estudiarla y admirarla de manera morbosa. Aquí existen casos inocentes, humorísticos, de la muerte y el asesinato, o crímen, su variante más interesante.

Existen muertes estúpidas, heróicas, inútiles, morbosas, y a pesar del VANITAS VANITATIS que promulgaba la danza de la muerte ya en el siglo XV, no todas son iguales, lo siento mucho, por lo menos desde el lado humano.




Por eso yo ya he elegido como quiero morir, como la bisabuela de aquella prima mía, que pasó a mejor vida (o a peor, o a ninguna) dormida, con el periódico sobre las piernas y, lo más importante, recién llegada de la peluquería. Eso sí es un detalle de buen gusto, de savoir faire. Y aunque una vez corroída por los parásitos eso poco importe (seguramente se aplastará la parte de atrás del cardado, como cuando duermes, aunque ahora que lo pienso, eso se puede solucionar: las geishas duermen con un talón de madera en la nuca para que su peinado se mantenga en el aire. No sé si será cómodo, pero a esas alturas poco importará), creo que el hecho de que hablen de uno importa, importa mucho. Bueno, qué te voy a decir, soy escritora y publico mis textos, quiero que lo mío perdure. Y si mi nombre puede recordarse durante el más tiempo posible, mejor. Lo malo que veo a esa muerte es que no sabes cuándo llegará, porque si lo supiera me haría un moño a lo María Callas. Pero si lo sabes, los nervios y la desesperación de la vida que se acaba me harían perder la compostura, con lo cual el moño poco importaría en una estampa mortuoria tan patética. Ya puede tu peinado ser de órdago a la grande, que nada puede evitar la vergüenza de los gritos y el aferrarse a la vida como un clavo ardiendo.
Bueno, calculo que mi dedicatoria ocupa ya casi tanto como la obra maravillosa de Aub, espero que la disfrutes, aunque no muy solemnemente, recuerda que en ningún relato la historia se cuenta desde el lado del muerto, no hay pacto tanático.

Tu amiga, que te quiere y que se morirá, al igual que tú,

Loreto