jueves, 2 de julio de 2009

LA CÁRCEL DE PAPEL

"La cárcel de papel" era una divertida sección de la revista La codorniz. En ella, elegían un personaje y tergiversaban su figura y sus palabras con humor para poder condenarle a un tiempo en la cárcel de papel. Había un claro atisbo de crítica en algunos casos. En otros, solo se percibía que los redactores eran unos gamberros.

Habla la narradora:

Yo también estoy encerrada en una cárcel de papel. Mi condena no es catastrófica, pues concuerda con la naturaleza de mi existencia, sin embargo, a veces me desespera que la autora de los textos que narro no vaya más deprisa en su aprendizaje, que no sepa escribir las cosas como yo quiero narrarlas. A veces le chivo, pero estoy tan ocupada dejando mi fina ironía en cada línea del texto, que normalmente voy arreglando lo escrito a mi manera y finalmente le chivo las respuestas, pues aunque ya haya llegado a la perfección final, todavía tiene mucho que aprender, y hay que ser consciente de ello.

Me deja participar en sus bromas, pero no me conoce aún lo suficiente. No se da cuenta que yo hago malabarismos para soportar cada una de sus oraciones subordinadas para que, en vez de parecer una mierda incoherente, suenen casi gongorinos.

Esta cárcel de papel me alivia de estar flotando en la nada, de ser parte de un talento no explotado, de limitarme a ofrecer ideas brillantes en momentos puntuales que no llegarán a plasmarse nunca. Y sé de lo que hablo, porque en un principio fue así, ella se negaba a escribir, asustada por los estereotipos. Pero afortunamdamente, esos prejuicios se dan solo en los jóvenes y en los tontos, y al final, los pequeños disgustos de la vida hacen que te des cuenta de la importancia del papel.

Esta cárcel de papel es a la vez un palacio donde estamos encerradas las dos, y de donde ella quiere escapar desesperadamente, por mucho que yo a veces intente disfrazarme para entretenerla, y aparezca de narrador omnisciente -una vez, en "El libro del edecán", me lucí y fingí ser un narrador galdosiano, pero metí un poco la pata porque se me escapa la ironía por los poros, y quedaba exagerado, ahora bien, la culpa no es mía, es que el protagonista era muy tonto-, otras veces soy narradora protagonista para darle más emoción al asunto, como en "La casa de los sonidos", e incluso una vez hice un esfuerzo y me convertí en el "yo poético". Da igual, hay momentos en que la autora no sabe lo que quiere. En fin, qué se puede esperar de una persona de 25.

Yo le daría más premios literarios, no porque se los merezca, al fin y al cabo soy persona implicada en el asunto de su creación literaria, no puedo ser objetiva, sino para levantarle el ánimo. Aunque una cosa está clara, si no se quiere ella, nadie la va a querer, así que puede ir aprendiendo a valorarse... que los demás no han venido a este mundo a adularla, todos tenemos ocupacion.

Mi última reflexión, desde la celda de mi cárcel, es mucho más banal, pero no deja de preocuparme: yo digo que mi cárcel es de papel, pero ahora que se van cambiando los formatos, noto las paredes de mi guarida mucho más difusas, cambiantes, y entonces me acuerdo de aquella obra de Buero Vallejo, La Fundación, y me pregunto si estaré loca, por la falta de libertad, o si realmente estará cambiando. Y si es así... ¿Cómo va a ser mi nuevo hogar? ¿De qué estarán conformadas sus paredes? ¿De bites? ¿O será un bonito tapizado de ceros y unos? Ahora, ¿estamos seguros de que lo escrito permanece? Hasta ahora ellos -los estúpidos escritores, que se creen dios, cuando los únicos dioses que verdaderamente movemos y reflexionamos a los personajes somos nosotros, los narradores- bueno, como decía: Hasta ahora ellos nunca habían escrito así, dando a botones con una letra inscrita en la parte de arriba.... Para quedarse grabado en mitad de la nada.

PELANAS



Bueno, éste es mi nuevo perrín, Pelanas. Lo cogimos de la perrera a los tres días de la inesperada muerte de Bolín, por que nos dimos cuenta que nuestra casa sin perro no es un hogar, es simplemente un piso amueblado.


Pelanas no sustituye a Bolín, sólo nos ayuda a sobreponernos de la pérdida, y lo mejor de todo es que no se parecen en nada: mientras Bolín era igual de serio que un notario afiliado al Real Madrid, Pelos, como lo llamamos cariñosamente, decide veinte veces al día mordernos las manos, pegarse él solito con las puertas y correr pasillo arriba sin razón aparente. Bolín era muy cariñoso y Pelanas vende muy caros los besos.Aún no tiene muy claro que a la calle se va hacer pis y no vida social, por lo que según llega a casa mea la alfombra. Si te ve después de mucho tiempo se lleva una alegría tremenda, pero es que si vas al baño y tardas tres minutos te recibe en el salón con exactamente el mismo alborozo. Tiene un osito azul al que muerde antes de irse a dormir y en momentos esporádicos, como la siesta.Le das en el morro cuando hace algo mal y ni siente ni padece. Ysi se mete a oscuras debajo de la cama luego ladra para que enciendas la luz, porque él solo no sabe salir.


Este es el único homenaje que puedo ofrecerte Pelos.