viernes, 10 de septiembre de 2010

MIEDO A MI MISMA

Sorpréndeme con una palabra

Sorpréndeme con una situación

Sorpréndeme con una nueva aspiración

Sorpréndeme con un nuevo plan...un nuevo grupo de música, una película genial de cine independiente, una llamada, un cuadro, un libro, un vídeo de youtube, una mala respuesta, un gesto, un concierto, una revista, una nueva droga de diseño ibicenca, un chico guapo, un paseo por la playa, una conferencia de Juan José Millás, una cerveza, el nombre de un nuevo artista multidisciplinar, una pregunta, una apuesta...

Pero no dejes que me aburra

No dejes que mi alma vuelva a ese letargo que me hunde a finales de semana en una espiral cuyo centro es la lujuria y lo deshonroso.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LORETO O LA PERCEPCIÓN DE LAS COSAS

Mientras todas hablaban con la exaltación propia que dan los cotilleos, Loreto comenzó a abstraerse. Sentada en aquel enorme matecero que hacía las veces de banco en la puerta de la vinoteca, empezó a doblar las piernas en posición fetal e imposible, mientras se llevaba la copa de vino a los labios. Ya era la segunda, con lo cual la felicidad y la melancolía se mezclaban.

Sin embargo no era eso lo que sacó a Loreto de su actitud amigable y social. Al fondo de su mirada, vio entrar en un portal al chico del que todos hablaban. Sus amigas le miraron, saludaron, y se dirigieron entre ellas una significativa mirada, pero Loreto asistió a todo el proceso: sacó la llave nervioso, abrió la puerta con fingida naturalidad y no se molestó en cerrarla tras él, la dejó caer.

El sonido de la puerta al cerrarse activó en el cerebro de Loreto movimientos rápidamente lentos. ¿Y si en realidad ese chico no estuviera medio loco? ¿Y si su problema no fuera una familia desestructurada, un padre irresponsable, un abuso compulsivo de las drogas?Creyó por un momento que su problema era la hipersensibilidad, la percepción excesiva de las cosas, los acontecimientos, la vida en su transcurso natural, con sus cosas buenas y malas, pero que, en su mente, resultaban difíciles de digerir y le llevaban a tener comportamíentos violentos, iracundos, irracionales. Sintió pena por él, pero no la pena rodeada de asco que sentían los demás, sino una infinita, multiplicada por el vino, y casi agradecida. Si el problema de ese chico era su hipersensibilidad, el mundo era un lugar mejor. Sonrió. Gracias a ese razonamiento, los pecados de Loreto también quedaban disculpados, también eran causa de hipersensibilidad. Sus lágrimas de los jueves eran en realidad su desahogo ante el dolor de vivir.

Intentó volver a la realidad de sus amigas, pero no pudo. El vino le daba dolor de cabeza.