jueves, 3 de noviembre de 2011

ACERCA DE LA IMPORTANCIA DEL YO

Se giró y dijo:

-Soy un ser indeciso, desgraciado, enfanagado en su propias desgracias inventadas, en medio de la oscura incertidumbre. ¿Qué te explique cómo me siento?¿Cómo te voy a explicar cómo estoy si ni siquiera sé cómo soy?Si lo que me apasiona no lo hago nunca y por la noche me acuesto intelectualment con gente con quien no compartiría jamás mi vida. Al final he decidido amar a las personas por insistencia y no por atracción, porque la gente que he querido de verdad ha salido escaldada, ha sufrido de miedo al lado mío. La última oportunidad eras tú, y ni siquiera sé por qué te quiero. Da igual lo que me plantee, caeré en el mismo error una y otra vez. Las personas cambian poco y se angustian entre las dos almohadas que pueblan su cama, estén ocupadas o no. Llevo meses planeando cosas que en cuanto se acercan me dan miedo y pereza, o miedo disfrazado de pereza. Envidio con una ira irracional, de quien desde fuera no es como yo, porque por lo tanto por dentro tampoco lo es. Tiene que ser un placer ser cualquier otra persona, para que mis miedos me dejen respirar de una vez, para que el tiempo no me atosigue bajando traicioneramente el techo de mi habitación. Y llevaba meses intentando mantener esta conversación, pero no contigo, con cualquiera, tú eres especial porque estas escuchando esto, no pienses que lo escuchas por ser importante para mí... Cualquiera lo hubiera podido presenciar, pero me atengo a las normas del comportamiento social y procuro diferenciar lo público de lo privado, y esto, de lo íntimo. Cada persona a la que me he abierto ha huido, me he decepcionado, y tiempo después, me he encontrado en el sitio del otro, suplicando a Dios no hablar de estos temas, en un toma y daca infernal que me demuestra lo horrible de la condición humana...