Lo maravilloso es que alguien, a pesar de todo, siga pintando cuadros bonitos, llenos de colores y recuerdos infantiles, como si fuera un garabato hecho en una servilleta. Lo increíble es que alguien consagrado al arte elija Reims para vivir con su mujer, su tesoro, su catedral.
Lo justo es que le encargaran el diseño de las vidrieras de la catedral.
Bienvenido, Marc Chagall, a mi universo de imágenes admiradas y recurrentes. Aquí te podrás encontrar con gente interesante.
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