-…Y Carmela encontró a su marido muerto.
-¿Qué me cuentas?
-Sí, la policía la detuvo, acusada de homicidio, mientras Juan Carlos la esperaba con un ramo de rosas en el parque, como habían acordado.
-Ay Dios mío, ¡qué pena! ¡Pero si todo el mundo sabe que es incapaz de matar una mosca! Qué cosas pasan en esta vida, con lo que esa mujer ha sufrido…
-Sí, hija…Y hasta ahí sé, no sé lo que pasará con la pobre, que está aún en la encerrada…
-Ay, qué disgusto me das.
-Ay, pero espera, ¿qué hora es? ¡Si va a empezar la novela! ¡Pon la radio!
Y tras la música de inicio, las dos mujeres, agarradas a las faldas de la mesa, escuchaban con el corazón en un puño las terribles aventuras de Carmela, la protagonista de su novela preferida.
lunes, 1 de febrero de 2010
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Muy ingenioso, tuve la oportunidad de leer varias de las entradas posteriores a esta, la verdad me gusto tu blog, te seguiré.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes el don de llevarnos de la realidad a la ficción y lo consigues...eso me gusta..tus finales siempre me sorprenden.
ResponderEliminarBesos.
Mar